Simplemente, el hecho de que desde la primera página Juan Eslava Galán nos sumerja en una jerga medieval, cuyo trasfondo no dista demasiado del discurso oficial de nuestros días, que el narrador y protagonista provoque a la vez, tanto la misma repulsión moral que otros esbirros similares del actual sistema, como la inquietante atracción de intentar empatizar con un modelo de conducta creado por la sociedad de una época, y que la ingenuidad de su trama mantenga el interés hasta el desenlace, gracias a una detallada contextualización histórica, mientras se desarrollan acontecimientos con los que no se puede dejar de trazar paralelismos, hace de la lectura de esta novela una de las experiencias más originales y entretenidas para llevar a cabo en la soledad del hogar durante una larga jornada invernal.
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